Existe un ambiente de gran preocupación en nuestra comunidad debido al creciente número de contagiados de coronavirus en el país y en el mundo. Al día de hoy, 19 de marzo de 2020, hay 199 casos confirmados a nivel nacional. Si bien es cierto que estamos ante una crisis de serias repecursiones; hoy quiero transmitirles un mensaje de esperanza: estamos a tiempo…podemos detener esta pandemia, todo depende de nosotros. Las autoridades locales de Wuhan han informado hoy que no existen nuevos casos internos: por primera vez, la ciudad donde comenzó el Covid-19 no ha reportado nuevas infecciones de transmisión local. Es un momento crucial para contener esta enfermedad.
Lo más importante en estas circunstancias es mantener la calma y para quienes creemos en Dios, refugiarnos en nuestra fe. Porque no solo nuestra salud física se ve en riesgo, la cuarentena nos afecta psicológicamente. El aislamiento social, sumado a los temores de contagio, la frustración y el aburrimiento por estar en casa pueden provocar irritabilidad, confusión y enojo. A esto, se suma una preocupación genuina que para muchos, es la más alarmante: la incertidumbre financiera. Se viene una gran recesión. Las bolsas de valores más importantes del mundo continúan cayendo, y los gobiernos están inyectando importantes sumas de dinero para evitar el colapso de las industrias. Aterrizando eso a nuestra realidad local, muchas pequeñas y medianas empresas dependen de su actividad diaria para pagar sueldos, alquiler de oficinas y gastos fijos. En muchos casos, sin ingresos. De un momento a otro tenemos que interrumpir nuestras actividades profesionales, sin una planificación previa. Es lógico que estemos nerviosos, y estos nervios pueden durar incluso después de que termine la cuarentena.
Estamos ante una situación distópica: no podemos circular libremente por las calles, hay toque de queda, y en nuestra ciudad muchas personas pertenecen a sectores estratégicos y productivos, por lo que es inevitable que salgan a trabajar, con lo que aumentan los temores de contagio. Muchos tenemos en casa a adultos mayores y niños pequeños, que de desarrollar el virus, corren mayor riesgo. Todo esto es cierto, sin embargo en momentos de crisis surge una motivación importante: no nos quedamos en casa solo porque el gobierno nacional así lo ha decretado, ni porque no queramos contagiarnos: lo hacemos porque somos altruistas. Porque sabemos que aunque no estemos visiblemente enfermos, podemos ser transmisores asintomáticos. Lo hacemos porque sabemos que el virus en nosotros puede pasar como cualquier gripe, pero se puede complicar en los más vulnerables. Lo hacemos porque si un ciudadano tiene un accidente o se enferma por otra causa, merece un servicio sanitario de calidad, no un sistema de salud colapsado. Confiemos en que muchas personas se beneficiarán de las medidas que hoy estamos tomando. Esto nos ayudará a sobrellevar mejor el aislamiento social.
No será para siempre. Estas semanas son las más críticas. Tenemos toda una vida para volver a salir a la calle, para ir al gimnasio durante la semana y a fiestas y bares los fines de semana. Volveremos a reunirnos, a abrazarnos, a celebrar cumpleaños y aniversarios. Como dijo el Papa Francisco hace unos días en la misa matutina en la Casa de Santa Marta, es momento de que las familias descubramos nuevas formas de convivencia y nuevas expresiones de amor. Juntos podemos salir adelante ante esta crisis de salud pública que pone a prueba nuestra fortaleza mental y espiritual.
Autora: Laura Paladines Valverde, licenciada en periodismo internacional, máster en comunicación política y corporativa.